La aljamía o alyamía es la escritura en grafías árabes de una lengua no árabe. Una realidad que existe hoy en día en países como Irán, la India, Pakistán o Afganistán donde, utilizando el alifato árabe, se habla y escribe en farsi, urdu, pastún o dari. En otros países como Turquía también sucedió hasta 1928, cuando el turco otomano pasó a escribirse con grafías latinas.
Dada la estrecha vinculación entre el Islam y la lengua árabe (el Corán se recita siempre en este idioma), muchas de las sociedades musulmanas no árabes han tenido a lo largo de la historia conocimientos, en ocasiones parciales, de árabe.
En la Castilla de la Baja Edad Media y primer parte de la Edad Moderna se dio un apreciable desarrollo de la literatura aljamiada romance, en castellano antiguo y otras lenguas peninsulares. Es importante señalar que pese quizás algunos tuviesen ciertos conocimientos de árabe, estos musulmanes castellanos hablaban, pensaban y vivían en castellano, y en este idioma trataron siempre también de expresar su fe.
El Kitab Segoviano (1462), de Iça de Yebir, es probablemente el ejemplo más antiguo conservado de este tipo de escritura que después se hizo muy popular entre los moriscos, cuando el Islam dejó de ser una religión permitida en la Península Ibérica. Personajes como el Mancebo de Arévalo, autor prolífico del que hablaremos más adelante, legaron una extraordinaria producción de obras aljamiadas.
Imágenes: Páginas interiores del «Al-Kitab Sigubyanu» (el Kitab o Libro segoviano), también conocido como «Breviario Sunní».